¿Qué es la ansiedad generalizada?
El Trastorno de Ansiedad Generalizada se caracteriza por una preocupación y ansiedad excesivas ante múltiples circunstancias que objetivamente no deberían provocar tanta preocupación ni ansiedad. Esto acaba ocasionando un fuerte malestar y deterioro funcional, que puede derivar en fuertes cuadros de estrés y depresión.
La crisis de ansiedad generalizada se extiende a diario y que llega a durar, al menos, seis meses. El centro de ansiedad no está limitado al de otros trastornos (posibilidad de tener un ataque de ansiedad/pánico/salud) sino que son muchas más situaciones las temidas.
Síntomas ansiedad generalizada
A la hora de valorar los síntomas del Trastorno de Ansiedad Generalizada, debemos dividirlos en tres planos de afección: sistema cognitivo, sistema fisiológico y sistema motor. A continuación, detallaremos como se detectan los síntomas de este cuadro de ansiedad generalizada en cada sistema:
1. Síntomas detectables en el sistema cognitivo:
Las personas con ansiedad generalizada muestran como principal síntoma una preocupación desmedida. Se producen cadenas de pensamientos o imágenes con carga afectiva negativa, orientadas hacia un peligro futuro, que se perciben como incontrolables.
Las preocupaciones suelen ser sobre sucesos poco probables y cuyas consecuencias serían menos catastróficas de lo que el sujeto cree. Además, las preocupaciones van oscilando de un tema a otro.
Las personas que sufren el Trastorno de Ansiedad Generalizada, por lo general, muestran lo siguiente:
- Mayor variedad de situaciones en las que se preocupan.
- Se preocupan mucho más sobre cuestiones menores.
- Preocupaciones más frecuentes, duraderas e intensas.
- Sus preocupaciones son más difíciles de controlar.
- Más cambios de foco de preocupación.
2. Síntomas detectables en el sistema fisiológico:
Entre los pacientes que padecen una crisis de ansiedad generalizada, podemos comprobar que el sistema fisiológico también se ve afectado.
Se produce una menor activación autónoma que en otros trastornos de ansiedad. No tiene picos tan fuertes pero es mucho más constante, suele estar presente la mayor parte del día.
Así, durante toda la jornada, se experimenta una tensión muscular que da lugar a dolores corporales, dolores de cabeza…etc. Son estos síntomas físicos los que terminan haciendo que el paciente acude al médico.
3. Síntomas detectables en el sistema motor
En estos síntomas encontramos acciones que el paciente del Trastorno de Ansiedad Generalizada realiza para evitar esas situaciones que teme. Se dividen en dos tipos:
Evitación pasiva. Por ejemplo: “No pongo la radio porque si no voy a oír que mi hijo ha tenido un accidente”
Evitación activa. Por ejemplo: “Voy a escuchar todas las emisoras, para comprobar que mi hijo no ha tenido un accidente”
¿Cuáles son las causas de la ansiedad generalizada?
En la aparición de las preocupaciones existen diversos factores que influyen en su origen y contribuyen en su mantenimiento, como pueden ser:
- Vulnerabilidad biológica y psicológica. Se manifiesta como una hipervigilancia al estrés de origen genética y un bajo umbral para dar respuestas ante estímulos altamente amenazantes.
- Sesgo atencional. La hipervigilancia puede dar lugar a posibles amenazas.
- Tendencia a interpretar cualquier información ambigua como amenaza.
- Tendencia a sobrestimar las amenazas. Esto lleva a sobrestimar la frecuencia y el coste de las amenazas. Es una tendencia a catastrofizar.
- Poco control sobre las amenazas.
- Baja tolerancia a la incertidumbre y la activación emocional.
- Estilos de apego ansiosos donde predomina la sobreprotección y preocupación.
Todos estos factores desembocan en que, cuando surge una amenaza, la única respuesta de afrontamiento válida en estas personas es la preocupación. Esto se mantendrá por el siguiente ciclo que explicamos a continuación:
El procesamiento emocional baja porque la imagen de un hijo sufriendo un accidente es más aversivo que el pensamiento (contenido verbal) de que un hijo ha sufrido un accidente. Por eso, la preocupación surge como conducta de escape, pues con ello se evitan imágenes aversivas o desagradables.
Se produce la alternancia de modos de afrontamiento. Hay una reducción de la incertidumbre que aumenta la hipervigilancia y esta incrementa la activación. Pero, a la vez, hay una reducción de la activación emocional, que lleva a la evitación y al incremento de la incertidumbre y es importante comenzar de inmediato el tratamiento para la ansiedad generalizada.
Con todo esto se crea un ciclo cerrado entre el intento de reducir la incertidumbre y la activación.
Además, se llega a una creencia de que las preocupaciones son útiles por los siguientes motivos:
- “Si me preocupo por algo es menos probable que ocurra”. Al ser acontecimientos poco probables, no ocurren, y el paciente cree que no ha ocurrido por el hecho de preocuparse.
- La preocupación ayuda a evitar a que suceda el hecho.
- No se piensa en otros temas que pueden ser más aversivos que la preocupación.
- Prepara para ocurrencia: si me preocupo por ello, estaré más preparado para cuando ocurra.
Datos epidemiológicos sobre este trastorno
- Comienzo: infancia, adolescencia, primera edad adulta.
- Curso crónico: Estos pacientes no buscan ayuda profesional porque sus síntomas los achacan a su forma de ser, ya que “siempre han sido muy nerviosos”. Cuando acuden al médico suele ser por la sintomatología fisiológica.
- 67% - 90% conmorbilidad con otros trastornos: depresión, otros trastornos de ansiedad, trastorno asociado a estrés, trastorno de personalidad, consumo de sustancias. De hecho, el TAG es el trastorno secundario más diagnosticado.
- Prevalencia vital: 2% - 5 %.
- Más frecuente en mujeres: 65 % respecto al 35% de hombres.